30 ene 2011

Recopilación Mes de Enero

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28 ene 2011

Manual del perfumista

Argumento: Tal como un músico necesita buen oído y un pintor buen ojo, un perfumista necesita una buena nariz. No se trata de una facultad especial, sino de un sentido entrenado que combinado con la experiencia, su memoria, imaginación, sensibilidad comercial y conocimientos de química, convierten a su propietario en la clave mágica de la fabricación de un perfume.
El libro de hoy, Manual del perfumista,  nos puede servir para orientarnos y ayudarnos a conocer mejor las fragancias que solemos encontrar en el mercado. A mí me ha hecho gracia, por ejemplo, conocer las características del perfume que más uso:

27 ene 2011

Rubaiyat

La brisa primaveral refresca el rostro de las rosas.
Y  la sombra azulada del jardín acaricia también el rostro de mi amada. A pesar de la felicidad que tuvimos, no añoro nuestro pasado.
¡Tan irresistible es la dulzura del presente!

El alba vuelca sus rosas en la copa del cielo... En el aire de cristal se desgrana el canto del último ruiseñor... El aroma del vino es más suave... ¡Y pensar que hay insensatos que en esta misma hora sueñan con riquezas y distinciones!  ¡Qué sedosa es tu cabellera, amada mía!
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Omar Khayam es un desesperado que se disfraza con una sonrisa cuando un sollozo lo ahoga. Esta serenidad dolorosa no la conquistó sin esfuerzos y sin injurias. Durante su existencia toda, buscó la verdad en la ciencia, en la filosofía y en los placeres de la vida.
¿Cual fue el fruto de estas apasionadas investigaciones?
- El mundo inmenso, un grano de polvo en el espacio.
- Toda la ciencia de los hombres, palabras.
- Los pueblos, las bestias y las flores de los siete climas: sombras.
- El fruto de tu constante meditación: la nada.
Su valentía es digna de destacarse. Menospreciando el juicio de sus contemporáneos fanáticos e intolerantes, osa dudar de todo lo que se venera a su alrededor y osa proclamar la vacuidad de los dogmas religiosos y de los conocimientos humanos.
                                   
Hace mucho tiempo que leí Rubaiyat por primera vez, pero de vez en cuando me gusta repasarlo, es muy relajante.
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20 ene 2011

Los caracoles no saben que son caracoles

Hay veces en las que estoy confusa y no soy capaz de ordenar ni mis ideas ni mis sentimientos. Es algo que descubro con frecuencia en el diván con Lourdes. Mi psicoanalista me pregunta un simple qué tal y yo voy y le cuento todo de corrido y sin parar: «Me cae bien mi hermano nuevo, aunque no sé si llamarle hermano; con mis padres estoy mejor, pero no quiero que me hablen de la herencia de María; de mi hermana me acuerdo todos los días y lloro; estoy loca por Roberto, que no me hace caso; me he vuelto a acostar con Miguel, que quiere salir conmigo, y me he vuelto a acostar con mi ex, y mi asistenta búlgara nos ha pillado; es posible que me quede sin casa por una deuda; no adelgazo y sigo enganchada a la Nocilla; mi amiga Esther se inspira en mí para hacer los chistes de una novela y me siento culpable por no ver lo suficiente a mis hijos».
En ese momento viene la pregunta que hacen todos los psicoanalistas (por lo menos la mía) siempre que le cuento algo que me ha sucedido. Pone tono trascendente y la suelta: «Y eso a ti, ¿cómo te deja?». No puedo soportar esa pregunta y nunca sé qué contestar. Supongo que cada una de esas cosas que le acabo de enumerar a mi psicoanalista me deja jodida y todas juntas me dejan muy jodida, pero eso sería demasiado simple y ya se sabe que en un diván no se puede simplificar. Lo que ocurre es que estoy un poco harta de tanto profundizar en mi interior porque, por mucho que quiera, nada de lo que me ha pasado lo puedo cambiar. Así que estoy jodida, y punto. No hay que darle tantas vueltas a las cosas. No tengo muy claro hacia dónde me lleva ya esta terapia que, además, cuesta una pasta.
Es una novela de lectura muy fácil, pero se agradece en momentos en que quieres leer como distracción y poco más. Es la historia de una divorciada de 35 años, con dos hijos, con una vida bastante normal, pero llena de situaciones tristes, divertidas, sorprendentes. En fin un libro ágil y muy entretenido.

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18 ene 2011

La biblioteca de los muertos

Bretaña, año 777. En la abadía de Vectis crece Octavus, un niño sobre el que pesa una maldición: es el séptimo hijo engendrado por un séptimo hijo y la leyenda le vaticina poderes diabólicos. Octavus comienza a escribir una lista con fechas y nombres sin sentido. Cuando uno de los nombres y su fecha coinciden con una muerte en la abadía, el miedo se apodera de los monjes. Siglos después, los miembros de la Orden de los Nombres, descendientes todos de aquel niño, siguen escribiendo sin descanso para completar un misterioso listado de nombres y fechas... Hasta que empiezan a suicidarse.

Estados Unidos, en la actualidad. Nueve personas han aparecido muertas en Nueva York, desconocidos que nada tenían en común. Solo una cosa les unía: todas las víctimas recibieron postales de ataúdes, que anunciaban el día en que morirían, poco antes de su fallecimiento. Son las aparentes víctimas de un asesino en serie difícil de atrapar, cuyas muertes desafían toda lógica..
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Quitando algunos errores históricos importantes, como por ejemplo que en el siglo IX Octavus escribiera en cirílico antes de ser inventado este idioma, o escribiera en portugués antes de que existiera Portugal, el libro consigue enganchar, sobre todo pasada la mitad donde los acontecimientos se van sucediendo de forma más vertiginosa. En cualquier caso, la trama me recordó un poco la de El nombre de la rosa, sin llegar a su altura, desde luego, aunque ha conseguido entretenerme bastante este libro, a pesar de que unos capítulos antes de que terminara, ya me imaginaba el final.

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14 ene 2011

¿Quién se ha llevado mi queso?

A continuación, Kof asomó la cabeza y observó el laberinto con ansiedad. Pensó en cómo había llegado a aquella situación de carencia de queso.
Había creído que posiblemente no hubiera queso en el laberinto o que no iba a ser capaz de encontrarlo. Aquellos pensamientos llenos de miedo lo estaban paralizando y acabarían por matarlo.

Kof sonrió. Sabía que Kif se estaba preguntando: “¿Quién se ha llevado mi queso?”, pero lo que él se preguntaba era: “¿Por qué no me puse en marcha antes, por qué no me moví cuando lo hizo el queso?”.
Al adentrarse en el laberinto, Kof miró hacia atrás, consciente de la comodidad del espacio que dejaba, y se sintió atraído hacia aquel territorio conocido pese a que llevaba mucho tiempo allí sin encontrar queso.
Kof se sentía cada vez más angustiado, y se preguntó si realmente quería volver al laberinto. Escribió una frase en la pared que tenía delante y se quedó un rato mirándola.
¿Qué harías si no
tuvieses miedo?
Pensó en ello.

Sabía que, a veces, un poco de miedo es bueno. Cuando tienes miedo puede incitarte a la acción. Pero, cuando te impide hacer algo, el miedo no es bueno.
Miró hacia la derecha. Era una zona del laberinto en la que nunca había estado y sintió miedo.
Entonces, respiró hondo y se adentró en el laberinto, avanzando con paso veloz hacia lo desconocido.

Anoche estuve leyendo un libro muy corto, ¿Quién se ha llevado mi queso? de Spencer Jhonson, un cuento de 26 páginas quizá para adolescentes y jóvenes, pero sobre el cual no viene mal reflexionar. Se trata de recordar que estamos es un mundo en constante transformación y por eso es necesario estar preparado para los cambios, controlando las circunstancias adversas y saando los mejores beneficios posibles en todos y cada uno de los momentos de  nuestra vida. Porque podemos aplicarlo tanto en la vida profesional como en la privada.
Y qué bonito es cuando te das cuenta de que ha llegado el momento de salir a buscar otro queso, descubriendo y disfrutando todas las sorpresas que puedes encontrar por el camino.

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13 ene 2011

Invisible

Después de leer el Palacio de la Luna, El Libro de las Ilusiones, Brooflyn Follies, Tombuctú, La trilogía de New York, Leviatan....etc., el último libro de Paul Auster que he leído en las últimas vacaciones no me ha defraudado en absoluto.
Desde las primeras páginas, Invisible consiguió atraparme alrededor de la historia de Adam Walker, un joven poeta ilusionado y ávido de literatura que cuenta con muchas más cosas por hacer de las que ha hecho.
Impresionante la capacidad y la maestría de Auster para contar unas historias dentro de otras. para dar vida a sus personajes y para imprimir la velocidad adecuada a sus tramas. Si a eso, le unimos los destellos de inteligencia, y las interesantes citas culturales que va dejando, Invisible se convierte en imprescindible para los, como yo, seguidores de Paul Auster.
Ya tengo también su último libro Sunset Park, todavía no lo he leído, pero lo tengo de los primeros en la lista de espera. Pronto lo traigo.
"....Horas después de que se llevaran a tu madre al manicomio, hiciste el juramento, por la memoria de tu hermano, de ser una buena persona durante el resto de tu vida. Estabas en el cuarto de baño, según recuerdas, solo en el cuarto de baño, procurando contener las lágrimas, y por buena persona entendías ser honrado, amable y generoso, no burlarte jamás de nadie, nunca sentirte superior a nadie, y tampoco buscar pelea por nada. Tenías doce años. Al cumplir los trece, dejaste de creer en Dios. A los catorce, te pasaste el primero de tres veranos consecutivos trabajando en el supermercado de tu padre (metiendo la compra en las bolsas, colocando artículos, llevando la caja, firmando albaranes de entrega, sacando la basura: perfeccionando así as aptitudes que te llevarían a tu encumbrada posición de ayudante en la biblioteca de Columbia). A los quince años te enamoraste de una chica llamada Patty French. Ese mismo año dijiste a tu hermana que ibas a ser poeta. Cuando ya tenías dieciséis, Gwyn se marchó de casa y tú caíste en el exilio interior...."
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8 ene 2011

Firmin

          Hace unas semanas leí Firmín, la primera novela de Sam Savage, un filósofo nacido en Carolina del Sur y doctorado en la Universidad de Yale pero a quien le gusta ser presentado también como “mecánico de bicicletas, carpintero, pescador y tipógrafo”.
          Me pareció un libro muy especial. Firmín es una pequeña rata que va contando sus memorias desde una vieja librería de Boston en los años 60 del siglo pasado. En ella se cobijó su madre para dar a luz a sus 13 criaturas, siendo la última precisamente Firmin.Y allí se quedó a vivir, estando marcada su vida por el amor a los libros y a la lectura. Es curiosa su paulatina transformación, primero utiliza los libros para comérselos, pero poco a poco empieza a leerlos y a disfrutar de sus historias.
           Para los amantes de la lectura.

Al pricipio me limitaba a comer, royendo y masticando tan felíz, siguiendo los dictados de mi gusto. Pero pronto empecé a leer, un poco por aquí, otro poco por allí, en los bordes de mis comidas. Y según transcurría el tiempo fuí leyendo más y masticando menos, para terminar pasándome prácticamente todas las horas de vigilia leyendo y comiéndome sólo los márgenes.
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7 ene 2011

Los ojos amarillos de los cocodrilos

        Josephine tiene cuarenta años, está casada y tiene dos hijas, Hortense y Zoe. Es consciente de que su matrimonio ha fracasado, pero sus inseguridades le impiden tomar una decisión. A Antoine, su marido, le despidieron hace un año de la armería de caza donde trabajaba y desde entonces se dedica a languidecer en el apartamento y a engañar a su mujer.
La discusión que provocará la separación del matrimonio de Josephine y Antoine es el punto de partida de una serie de acontecimientos, más o menos relacionados, en los que se verán envueltos otros personajes, como Iris, la guapísima hermana mayor de Josephine; la glamurosa y gélida madre de ambas, Henriette, casada en segundas nupcias con el millonario Marcel Gorsz; la misteriosa Shirley, la vecina...

         Tras la separación, Antoine se verá obligado a aceptar una oferta de trabajo que le convertirá en capataz de una granja de cocodrilos en África, pero las cosas no serán tan fáciles como parecían.

          A Iris se le ocurre decir que está escribiendo una novela, y una vez lanzada la mentira se niega a echarse atrás, y convence a su hermana para que escriba realmente el libro, basándose en sus conocimientos. Ella se llevará la fama y el protagonismo y Josephine el dinero, pero los verdaderos amigos de ésta están convencidos de que ella es la verdadera autora de la novela que llena los escaparates de las bibliotecas de Paris...


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6 ene 2011

El tiempo entre costuras

Ahora que está en candelero el conflicto entre saharauis y Marruecos, termino de leer El tiempo entre costuras, escrita por María Dueñas.Se desarrolla en gran parte en Tánger y en Tetuán, capital del Protectorado español en Marruecos, puesto que sucede en los años inmediatamente anteriores a la guerra civil.
Me ha gustado conocer esa parte de la época colonial española de la que realmente sabía muy poco, y ahondar en los personajes que protagonizaron dicha etapa histórica, sobre todo Juan Luis Beigbeder, el primer ministro de Exteriores del gobierno de Franco, su amante la inglesa Rosalinda Fox, cuya labor diplomática fue importante en aquel tiempo, Ramón Serrano Suñer, el cuñado del generalísimo, Alan Hillgarth, jefe de la inteligencia británica en España...… Es muy curioso cómo se mezclan en la novela los personajes reales con los de ficción en un marco tan exótico como me resultó esta colonia española en los años 30 y 40.


Por otra parte, la historia de amor, ( hay quien dice que le recuerda Casablanca, pero yo le veo también un toque de Encadenados) me parece poco creíble y para mi gusto con demasiados tópicos, pero se deja leer, se deja leer como la parte más fácil de la novela, donde el espionaje entre telas, salones de belleza, cócteles en Embassy y fiestas en el Ritz nos va paseando por la historia de España y de Europa durante esos años. Una mezcla por tanto de novela negra, policiaca y de espías a la vez que histórica.
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Uno de los efectos del enamoramiento loco y obcecado es que anula los sentidos para percibir lo que acontece a tu alrededor. Corta al ras la sensibilidad, la capacidad para la percepción. Te obliga a concentrar tanto la atención en un ser único que te aísla del resto del universo, te aprisiona dentro de una coraza y te mantiene al margen de otras realidades aunque éstas transcurran a dos palmos de tu cara. Cuando todo saltó por los aires, me di cuenta de que aquellos ocho meses que había pasado junto a Ramiro habían sido de tal intensidad que apenas había tenido contacto cercano con nadie más. Sólo entonces fui consciente de la magnitud de mi soledad. En Tánger no me molesté en establecer relaciones con nadie: no me interesaba ningún ser más allá de Ramiro y lo que con él tuviera que ver. En Tetuán, sin embargo, él ya no estaba, y consigo se habían marchado mi asidero y mis referencias; hube por ello de aprender a vivir sola, a pensar en mí y a pelear para que el peso de su ausencia fuera poco a poco haciéndose menos desolador. Como decía el folleto de las Academias Pitman, larga y escarpada es la senda de la vida.
                                            El tiempo entre costuras- María Dueñas
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* En estos momentos, el libro está en la segunda posición entre los más vendidos en El Corte Inglés.
* La novela será adaptada a la TV por Antena 3.

5 ene 2011

No debería...

             No debería uno contar nunca nada, ni dar datos ni aportar historias ni hacer que la gente recuerde a seres que jamás han existido ni pisado la tierra o cruzado el mundo, o que sí pasaron pero estaban ya medio a salvo en el tuerto e inseguro olvido. Contar es casi siempre un regalo, incluso cuando lleva e inyecta veneno el cuento, también es un vínculo y otorgar confianza, y rara es la confianza que antes o después no se traiciona, raro el vínculo que no se enreda o anuda, y así acaba apretando y hay que tirar de navaja o filo para cortarlo. ¿Cuántas de las mías permanecen intactas, de las muchas confianzas brindadas por quien tanto ha creído en su instinto y no siempre le hizo caso y ha sido ingenuo demasiado tiempo? (Ya menos, ya menos, pero la disminución de eso es muy lenta.) Siguen intactas las que deposité en dos amigos que aún las conservan, frente a las puestas en otros diez que las perdieron o desbarataron; la escasa que di a mi padre y la pudorosa que di a mi madre, muy parecidas si no fueron la misma, la de ella además no duró mucho, ya no puede defraudarla o sólo póstumamente, si hiciera yo un día algún mal descubrimiento, y dejara de ocultarse algo oculto; no perdura la de mi hermana, ni la de ninguna novia ni ninguna amante ni ninguna esposa pasada, presente o imaginaria (suele ser la hermana la primera esposa, la esposa niña), parece obligado que en esas relaciones se acabe utilizando lo que se sabe o se ha visto en contra del amado o cónyuge -o de quien resultó ser sólo momentáneo calor y carne-, de quien hizo revelaciones y admitió un testigo para sus flaquezas y pesadumbres y se prestó a confidencias, o simplemente rememoró sobre la almohada abstraído en voz alta sin reparar en los riesgos, ni en el ojo arbitrario que siempre nos mira ni el oído selectivo y sesgado que nos escucha (muchas veces no es nada grave, una utilización sólo doméstica, defensiva y acorralada, para cargarse de razón en un apuro dialéctico cuando se discute largo, un uso argumentativo).
            La vulneración de la confianza también es eso: no sólo ser indiscreto y ocasionar daño o perdición con ello, no sólo recurrir a esa arma ilícita cuando los vientos cambian y se le pone la proa al que contó y dejó ver -ese que se arrepiente ahora y niega y confunde y enturbia ahora, y quisiera borrar y calla-, sino sacar ventaja del conocimiento obtenido por debilidad o descuido o generosidad del otro, sin respetar ni tener en cuenta la vía por la que llegó a saberse lo que se esgrime o tergiversa ahora -o basta con haberlo enunciado para que ya lo desfigure al recogerlo al aire-: si fueron las confesiones de una noche enamorada o de un desesperado día, de un atardecer de culpa o un despertar desolado, o de la embriagada locuacidad de un insomnio: una noche o un día en que quien hablaba hablaba como si no hubiera futuro más allá de esa noche o día y fuera su lengua suelta a morir con ellos, ignorando que siempre hay más por venir, siempre queda, un poco más, un minuto, la lanza, un segundo, la fiebre, y otro segundo, el sueño -la lanza, la fiebre, mi dolor y la palabra, el sueño-, y también el interminable tiempo que ni siquiera vacila ni aminora el paso tras nuestro acabamiento, y sigue añadiendo y hablando, murmurando e indagando y contando aunque ya no oigamos y hayamos callado.
                                  Tu rostro mañana-Javier Marías